Jil Price es una mujer que tiene un "dón" (aunque yo no lo llamaría así) puede recordar cada momento de su vida desde sus 14 años. Esto le produce unas preocupaciones y el tener que investigar sobre que ocurre en su cerebro.
Muchas veces luchamos por recordar aquellos momentos que nos hicieron sentir bien, los que no dejariamos de repetir una y mil veces. Los recuerdos buscados por nosotros mismos nos hacen felices e incluso nos pueden dar ánimos pero, ¿cómo se puede vivir sin poder controlar los recuerdos?
Voy a ponerme en el lugar de esta mujer. ¿Quién soportaría recordar involuntariamente todo lo que algún día a sucedido en cada momento de su vida?
Yo personalmente no sorportaría recordar cada imagen que marcó mi vida, cada fallo que tuve o cada paso que dí. Los buenos recuerdos me hacen feliz, pero después de ese recuerdo me invadiría la melancolía y los recuerdos dejarían paso a la amargura de no poder volver atrás.
Con la sucesión de recuerdos venidos a la memoría se incentivarían los posibles trastornos, depresiones y diferentes enfermedades que cambiarían nuestra vida por completo.
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